No lo olvidemos: Somos una Iglesia peregrina,   expuesta a la incomprensión, a la persecución, pero una Iglesia que camina serena porque lleva  esa fuerza del amor.

La doctrina social de la Iglesia les dice a los hombres que la religión cristiana no es un sentido solamente horizontal, espiritualista, olvidándose de la miseria que lo rodea. Es un mirar a Dios, y desde Dios mirar al prójimo como hermano y sentir que “todo lo que hiciereis a uno de éstos, a mí lo hicisteis”.

Esta doctrina social ojalá la conocieran los movimientos sensibilizados en cuestión social. No se expondrían a fracasos o miopismo, a una miopía que no hace ver más que las cosas temporales, estructuras del tiempo. Y mientras no se viva una conversión en el corazón, una doctrina que se ilumina por la fe para organizar la vida según el corazón de Dios, todo será endeble, revolucionario, pasajero, violento. Ninguna de esas cosas son cristianas.

14 de Marzo de 1977

Este artículo está extraído de su libro La violencia del amor.