Dice San Pablo: el que cumple con el amor cumple toda la ley, porque no robarás, no matarás, no harás mal a otro; todo eso está comprendido en una sola palabra: “Amarás a tu prójimo”.

Si hubiera amor al prójimo, no existirían terrorismos, ni represión, ni egoísmos, ni desigualdades tan crueles en la sociedad, ni secuestros, ni crímenes.

El amor es la síntesis de la ley; no sólo la síntesis: es lo que le da un sentido cristiano a todas las relaciones humanas. Por eso, aun aquellos que se llaman ateos, pero cuando son humanos, están cumpliendo con la esencia de la relación que Dios quiere entre los hombres: el amor.

El amor planifica todos los deberes humanos, y sin amor la justicia no es más que espada. Pero con amor la justicia misma se torna en abrazo de hermano. Sin amor las leyes son difíciles, represivas, crueles, policiales.

Pero cuando hay amor saldrían sobrando los cuerpos de seguridad, no existirían las torturas ni las cárceles, no habría ánimo para golpear.

10 de septiembre de 1978.

 

Este artículo está extraído de su libro La violencia del amor.